Durante años, vivía con una sensación constante de “¡¿Otra vez esto?!” cada vez que llegaba un gasto que no estaba en mi planificación mensual. Hasta que entendí que no eran imprevistos: eran gastos anuales… y se podían prever.
En este artículo te explico cuáles son esos gastos, cómo los tengo organizados y cómo puedes hacerlo tú también para evitar sustos a lo largo del año.
Los gastos anuales son aquellos que no se repiten cada mes, pero sí vuelven cada año como un reloj. Suelen pillarnos desprevenidos si no los anotamos, y pueden desequilibrar todo nuestro presupuesto.
Aquí van algunos ejemplos de gastos anuales que muchas familias tenemos y que yo antes olvidaba:
Seguro del coche
Impuesto de circulación
Revisión ITV
Seguro del hogar
Mantenimiento del calentador o caldera
Libros y material escolar
Matrícula de actividades extraescolares
Regalos de Navidad
Revisión del dentista
Renovación del carnet o pasaporte
Uno de los sobres más importantes en casa es el del coche. Antes llegaba junio y me encontraba con una factura de 300 o 400 euros entre unas cosas y otras.
Los gastos anuales de un coche que yo tengo previstos ahora son:
Seguro anual
ITV
Cambio de ruedas (si toca ese año)
Revisiones
Impuesto de circulación
Posibles reparaciones o batería
Los tengo todos anotados y calculo cuánto me cuesta al año tener coche. Lo divido entre 12 y cada mes reservo esa cantidad en su sobre.
También hay muchos gastos anuales de una casa que se nos olvidan fácilmente:
Seguro del hogar
Limpieza de chimenea o caldera
Impuesto de basuras
Mantenimiento de electrodomésticos
Reparaciones imprevistas
Incluso cuando todo va bien, siempre hay algún gasto inesperado. Por eso tengo un sobre de imprevistos del hogar donde meto una pequeña cantidad cada mes.
Los gastos anuales de una familia van más allá de lo material. Hay momentos del año que siempre implican gasto emocional y económico:
Comuniones, bautizos o bodas
Cumpleaños de los niños
Fin de curso
Inicio del colegio (ropa, libros, matrículas)
Navidad y Reyes
Verano (excursiones, colonias, vacaciones)
Tener sobres para estas cosas me ha dado paz mental. Ya no siento que la Navidad me arruine diciembre, ni que septiembre sea una cuesta imposible.
Reviso el calendario del año anterior, mis extractos bancarios y mi cabeza. Todo lo que se repite cada año va a la lista.
Eso me da la cantidad mensual que debo guardar en sobres.
Algunos los tengo en metálico, otros en una cuenta aparte. Lo importante es que cada gasto tiene su lugar.
Antes, cada vez que llegaba uno de estos pagos, sentía que había fracasado. Ahora sé que no eran culpa mía: simplemente nadie me había enseñado a preverlos.
Tener organizados los gastos anuales no solo me ha dado orden, sino que me ha devuelto el control sobre mi dinero y mi tranquilidad.